Domingo 14 de enero
2º del tiempo ordinario
Juan 1,35-42
¿Qué
buscáis? ¿Qué buscamos nosotros? Responder a esta pregunta es fundamental,
porque de la respuesta que demos depende nuestra realización como personas. Y
no estaría mal que hoy en silencio intentásemos responder a esta pregunta que
Cristo nos sigue haciendo a cada uno de nosotros.
Todos
buscamos algo, buscamos la felicidad, buscamos la seguridad en nuestra vida y
en el trabajo, la salud, un dinero que nos permita vivir con holgura. Y por
supuesto también buscamos quien nos quiera, hijos, amigos. Y luego vienen las
búsquedas personales en cosas más concretas que forman los hilos con la que
vamos tejiendo nuestra vida. Una vida hecha de anhelos e ilusiones, y también
de desengaños y desilusión.
El
creyente conoce también la alegría de saberse perdonado. En medio de sus
errores y mediocridad puede vivir la experiencia de la inmensa comprensión de
Dios. El hombre de fe no se siente mejor que los demás. Conoce el pecado y la
fragilidad. Su suerte es poder sentirse renovado interiormente para comenzar
siempre de nuevo una vida más humana. .
El
creyente cuenta también con una luz nueva frente al mal. No se ve liberado del
sufrimiento, pero sí de la pena de sufrir en vano. Su fe no es una droga ni un
tranquilizante frente a las desgracias. Pero la comunión con el Crucificado le
permite vivir el sufrimiento sin autodestruirse ni caer en la desesperación.