ARRIBANT AL FINAL DEL CAMÍ PER A COMENÇAR UNA MARXA PER L'AUTOPISTA
Ahir divendres dia 27 van començar els actes per a la preparació del dia de la confimació.
En el temple parroquial es va iniciar la convivència de preparació per a les xiques i xics que el pròxim dia 4 de juny rebran el sagrament de la confirmació.
Dirigit pel nostre rector Ismael els y les "confirmandos" van recórrer la pila baptismal on un dia els seus pares i padrins es van comprometre a guiar-los pel camí de la vida de Jesús i avui són ells els que prenen la decisió de continuar aqueix estil de vida, a continuació es van traslladar al oratori per a reflexionar i estar convençuts que l dia de la confirmació elles i ells donaran un sí rotund a Jesús.
Finalment es van traslladar a la Llar parroquial on es van realitzar unes dinàmiques perquè tots comprengueren i el compromís que van a prendre el pròxim dia 4.
CORPUS, DÍA DE LA CARIDAD
Domingo 29 de mayo
Día del Corpus
Lucas 9,11b-17
Sirva como reflexión del evangelio de hoy la siguiente
historia.
July nació con una deficiencia
profunda. Para su papá y su mamá fue un golpe muy fuerte, sobre todo al
comienzo… “Nadie se espera un regalo como este”, me decía alguna vez su papá,
después de que fue acogiendo el misterio de la vida de July, limitada y con
muchos problemas, pero plena ante los ojos de Dios. Poco a poco, los demás
hermanos y hermanas fueron aprendiendo, como sus papás, a convivir con July.
Pero no fue fácil… Había que hacérselo todo y cuando tenía las crisis, ponía a
todos a correr. Siempre estaban recibiendo nuevas lecciones de July. Sin que se
dieran cuenta, esta niña frágil, indefensa y llena de impedimentos, se fue
convirtiendo en el centro de toda la familia.
Cuando tuvo la edad para recibir
su primera comunión, sus papás fueron a ver al sacerdote de la parroquia, que
la había bautizado y que le había dado la primera comunión a todos los hijos e
hijas mayores… De modo que los padres de July le dijeron a su párroco: “Nos
gustaría que July recibiera su primera comunión. Ya ha cumplido la edad y le
hemos enseñado lo que hemos podido sobre el amor y la cercanía de Dios en su
vida. Ella no puede hablar, ni sabe
las oraciones, pero consideramos que debe participar, como todos los demás, de
este regalo semanal de Dios a cada uno de nosotros”
El sacerdote, un poco confundido
por la propuesta, no supo bien qué decir. Nunca se le había presentado un caso
así y la preparación para la primera comunión era muy exigente en esa
parroquia. Los niños y las niñas participaban de la catequesis durante casi un
año, aprendían las oraciones, las enseñanzas de Jesús y, sobre todo, el
significado profundo de la eucaristía… No era conveniente hacer excepciones,
sobre todo porque podría crearse un mal ambiente entre los feligreses más
cercanos; de modo que, después de mucho pensarlo, el párroco dijo: “Lo siento,
pero me temo que no podrá ser, puesto que July no va a entender lo que va a
recibir”. Carmen, la mamá, se quedó mirando al padrecito a los ojos y le
preguntó: “Padre, ¿y me va a decir que usted sí entiende lo que recibe cada día
en la eucaristía?” El sacerdote bajó los ojos y pidió perdón por haber
pretendido ser dueño de un regalo que Dios dejó para todos y que, aunque
recibimos con cierta frecuencia, nunca podremos entender en toda su
profundidad.
Algún tiempo después, July
recibió su primera comunión con el grupo de niños y niñas de la parroquia.
Ella, regalo de Dios para su familia y para el mundo, fue acogida por Dios en
su mesa, para participar del gesto que realizó Jesús delante de sus discípulos,
mientras comían: “tomó en sus manos el pan y, habiendo pronunciado la
bendición, lo partió y se lo dio a ellos diciendo: –Tomen, esto es mi cuerpo.
Luego tomó en sus manos una copa y, habiendo dado gracias a Dios, se la pasó a
ellos, y todos bebieron”. Así fue como July se acercó por primera vez a la mesa
de la comunión. Ella, como tú y como yo, sin entender completamente este
misterio, fue abrazada por el misterio del amor de Dios que se entrega hasta el
extremo y nos invita cada día a hacer lo mismo en memoria suya.
CREER EN DIOS ES CREER EN UNA FORMA DE VIDA
A lo
largo de los siglos muchos teólogos han escrito estudios profundos sobre la
vida insondable de las personas divinas en el seno de la Trinidad, intentando
explicar la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu.
Jesús,
sin embargo, no sigue ese camino. No se trata de “explicar” cómo es Dios… sino
de aprender a relacionarnos con Él, y eso –salvo raras excepciones- se aprende
en la relación con los demás.
Para Jesús, Dios no es un Padre sin más. Él
descubre en ese Padre unos rasgos que no siempre recuerdan los teólogos. En su
corazón ocupan un lugar privilegiado los más pequeños e indefensos, los
olvidados por la sociedad y las religiones: los que nada bueno pueden esperar
ya de la vida.
Este Padre no es propiedad de los buenos.
«Hace salir su sol sobre buenos y malos». A todos bendice, a todos ama. Para
todos busca una vida más digna y dichosa. Por eso se ocupa de manera especial
por quienes viven «perdidos». A nadie olvida, a nadie abandona. Nadie camina
por la vida sin su protección.
Tampoco
Jesús es el Hijo de Dios sin más. Es Hijo querido de ese Padre, pero, al mismo
tiempo, nuestro amigo y hermano. Es el gran regalo de Dios a la humanidad.
Siguiendo sus pasos, nos atrevemos a vivir con confianza plena en Dios.
Imitando su vida, aprendemos a ser compasivos como el Padre. Unidos a él,
trabajamos por construir ese mundo más justo y humano que quiere Dios.
Por
último, desde Jesús experimentamos que el Espíritu Santo no es algo irreal e
ilusorio. Es sencillamente el amor de Dios que está en nosotros y entre
nosotros alentando siempre nuestra vida, atrayéndonos siempre hacia el
compromiso con los demás.
EL ESPÍRITU RENOVADOR DE JESÚS NOS EXIJE TODOS LOS DÍAS ALGO NUEVO
Domingo 15 de Mayo
Pascua Pentecostés
Juan 14,15-16.23b-26
¿Cómo
no gritar con fuerza: ¡ Ven, Espíritu Santo! Ven a tu Iglesia. Ven a liberamos
del miedo, la mediocridad y la falta de fe en tu fuerza creadora?
Sin
el Espíritu creador de Jesús, podemos terminar sin que nadie en la Iglesia crea
en algo diferente. Todo debe ser como ha sido. No está permitido soñar con
grandes novedades. Lo más seguro es una religión estática y controlada, que
cambie lo menos posible. Lo que hemos recibido de otros tiempos es también lo
mejor para los nuestros. Nuestras generaciones han de celebrar su fe vacilante
con el lenguaje y los ritos de hace muchos siglos. Los caminos están marcados.
No hay que preguntarse por qué.
Cuando
nuestro corazón está «cerrado», nuestros ojos no ven, nuestros oídos no oyen.
Vivimos separados de la vida, desconectados. El mundo y las personas están «ahí
fuera» y yo estoy «aquí dentro». Una frontera invisible nos separa del Espíritu
de Dios que lo alienta todo; es imposible sentir la vida como la sentía Jesús.
Solo cuando nuestro corazón se abre, comenzamos a captarlo todo a la luz de
Dios.
Cuando
nuestro corazón está «cerrado», vivimos volcados sobre nosotros mismos,
insensibles a la admiración y la acción de gracias. Dios nos parece un problema
y no el Misterio que lo llena todo. Solo cuando nuestro corazón se abre,
comenzamos a intuir a ese Dios «en quien vivimos, nos movemos y existimos».
Solo entonces comenzamos a invocarlo como «Padre», con el mismo Espíritu de
Jesús.
Cuando
nuestro corazón está «cerrado», en nuestra vida no hay compasión. No sabemos
sentir el sufrimiento de los demás. Vivirnos indiferentes a los abusos e
injusticias que destruyen la felicidad de tanta gente. Solo cuando nuestro
corazón se abre, empezamos a intuir con qué ternura y compasión mira Dios a las
personas. Solo entonces escuchamos la principal llamada de Jesús: «Sed
compasivos como vuestro Padre es compasivo».
No
hemos de mirar a otros. Hemos de abrir cada uno nuestro propio corazón.
VIVIR NO ES CAMINAR HACIA LA MUERTE, SINO PEREGRINAR HACIA JESÚS
Domingo 8 de mayo
La ascensión de Jesús
Lucas 24,46-53
DE PALOMA A ELEFANTE
No, no me confundan al Espíritu Santo con una paloma… lean la
historia de Bozo.
Bozo era un elefante enorme, hermoso y amable.
Los niños le ofrecían cacahuetes en las palmas de sus manos y Bozo las cogía con mucho cuidado y parecía sonreírles agradecido.
Pero un día nadie sabe por qué, Bozo cambió. Estuvo a punto de matar al hombre que limpiaba su jaula. Se enfadaba con los niños en el circo y se puso imposible. Su dueño pensó que había llegado la hora de deshacerse del elefante otrora tan amable.
Para obtener fondos y comprar un nuevo elefante, el dueño organizó una gran exhibición en la cual se ejecutaría con toda solemnidad a Bozo.
Se llenó la plaza y tres hombres estratégicamente colocados con rifles apuntaban a la cabeza del elefante.
Antes de que dieran la señal de disparar, un hombre pequeño se acercó al dueño y le dijo: “Señor, esto no es necesario. Bozo no es un mal elefante”.
“Sí, le contestó, y tenemos que matarle antes de que mate a alguien”.
“Señor, concédame dos minutos con él en su jaula y le demostraré que está equivocado”.
Después de una larga conversación le permitieron entrar en la jaula del elefante que resoplaba y trompeteaba.
Antes de que el elefante le embistiera, el hombre comenzó a hablarle. Bozo se calmó inmediatamente. Los espectadores cercanos lo oían pero no entendía nada porque le hablaba en una lengua extranjera. El animal comenzó a temblar y agitar su cabeza. El extraño se acercó a Bozo y acarició su trompa. El gran elefante lo envolvió tiernamente con su trompa, lo levantó y le dio unas vueltas alrededor de la jaula antes de dejarlo cuidadosamente junto a la puerta. Todos aplaudieron.
Cuando salió de la jaula le dijo a su guardián: “Como ves es un buen elefante. Su problema es que es indio y sólo entiende un idioma. Necesita a alguien que hable su idioma. Si encuentra en Londres alguien que le hable de vez en cuando en su idioma no tendrá ningún problema”.
El hombre se puso su abrigo y se marchó. Ese hombre se llamaba Rudyard Kipling.
El Espíritu Santo es el amor que se mete hasta los tuétanos de nuestros huesos, hasta lo más íntimo de nuestro ser… y desde ahí nos hace capaces de entender a quienes son diferentes… pero juntos podemos construir un mejor.
Bozo era un elefante enorme, hermoso y amable.
Los niños le ofrecían cacahuetes en las palmas de sus manos y Bozo las cogía con mucho cuidado y parecía sonreírles agradecido.
Pero un día nadie sabe por qué, Bozo cambió. Estuvo a punto de matar al hombre que limpiaba su jaula. Se enfadaba con los niños en el circo y se puso imposible. Su dueño pensó que había llegado la hora de deshacerse del elefante otrora tan amable.
Para obtener fondos y comprar un nuevo elefante, el dueño organizó una gran exhibición en la cual se ejecutaría con toda solemnidad a Bozo.
Se llenó la plaza y tres hombres estratégicamente colocados con rifles apuntaban a la cabeza del elefante.
Antes de que dieran la señal de disparar, un hombre pequeño se acercó al dueño y le dijo: “Señor, esto no es necesario. Bozo no es un mal elefante”.
“Sí, le contestó, y tenemos que matarle antes de que mate a alguien”.
“Señor, concédame dos minutos con él en su jaula y le demostraré que está equivocado”.
Después de una larga conversación le permitieron entrar en la jaula del elefante que resoplaba y trompeteaba.
Antes de que el elefante le embistiera, el hombre comenzó a hablarle. Bozo se calmó inmediatamente. Los espectadores cercanos lo oían pero no entendía nada porque le hablaba en una lengua extranjera. El animal comenzó a temblar y agitar su cabeza. El extraño se acercó a Bozo y acarició su trompa. El gran elefante lo envolvió tiernamente con su trompa, lo levantó y le dio unas vueltas alrededor de la jaula antes de dejarlo cuidadosamente junto a la puerta. Todos aplaudieron.
Cuando salió de la jaula le dijo a su guardián: “Como ves es un buen elefante. Su problema es que es indio y sólo entiende un idioma. Necesita a alguien que hable su idioma. Si encuentra en Londres alguien que le hable de vez en cuando en su idioma no tendrá ningún problema”.
El hombre se puso su abrigo y se marchó. Ese hombre se llamaba Rudyard Kipling.
El Espíritu Santo es el amor que se mete hasta los tuétanos de nuestros huesos, hasta lo más íntimo de nuestro ser… y desde ahí nos hace capaces de entender a quienes son diferentes… pero juntos podemos construir un mejor.
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